8 oct 2012

Así fue el Rastrillo Solidario Horizonte Proyecto Hombre

Horizonte Proyecto Hombre volvió a fundirse con el pueblo de Marbella y sus visitantes en un abrazo de solidaridad en el Rastrillo de ayer.


Con las ocho campanadas del reloj de La Encarnación llegaban al Parque de la Alameda las furgonetas cargadas de percheros, mesas, ropa, libros y otros bártulos y los usuarios de Horizonte con sus educadores comenzaron distribuirlo, de acuerdo a lo previamente planificado, por todos los paseos interiores bajo la supervisión de María Eugenia que, al igual que los buenos artistas, siempre se levanta como un manojo de nervios cada domingo de Rastrillo a pesar de los años de experiencia sobre sus espaldas.

Antes de las 10 ya aparecen los compradores más madrugadores que se mezclan con las voluntarias rezagadas y con los últimos preparativos.

La mañana saludó al sol a primera hora pero la niebla decidió instalarse en toda la franja costera de la ciudad.

Malo para los playeros, bueno para el mercadillo: ni calor, ni frío; disuasión para ir a la playa y en su lugar pasear por el centro.

A mediodía La Alameda parecía una manifestación pacífica en busca de gangas.

Encuentros con amigos, familaires, ¡cómo ha crecido tu crío!, ¡pero qué morena estás!, ¿cómo lo habéis pasado en vacaciones?, ¡anda que vas a acabar con el mercadillo, ya te has llevado lo mejor!

Es hora de comer y los colegas de ARAMA bullen como la paella, los pinchos y las chuletas. Unos comen de pie, otros encuentran mesa, silla y charla pero la mayoría se lleva su plato y su vaso al puesto para no perder oportunidades de hacer caja.

La hora de la siesta es la más dura. Baja el gentío y sube la sonnolencia y el cansancio.

Desde el Rastrillo de agosto tocamos una campanilla cada vez que se hacen mil euros. Eso despierta, anima, motiva, nos da fuerzas para afrontar la tarde.

Hacemos apuestas.

¿Llegaremos a ocho mil?

Los más oprtimistas, creemos que alcanzaremos la cifra de agosto: nueve mil. Por esta vez ganó el optimismo.

Cerca de las 10 de la noche, Bernardo contaba, con los ojos fuera de sus órbitas, las últimas monedas: nueve mil, nueve mil cien, nueve mil doscientos…

¡nueve mil doscientos caurenta euros brutos!

Cuando descontemos los gastos quedará algo por debajo de la cifra redonda, pero un domingo más habremos cumplido la misión.

Cansados, doloridos, algunas descalzas porque ya no aguantan los zapatos, mucho ibuprofeno y mucho paracetamol consumido… Valió la pena.

Llegan de nuevo las furgonetas y nuestros chicos con sus educadores.

Por ellos y sus familias siempre vale la pena el esfuerzo.

Gracias, chicos, porque nos dais la oportunidad de ayudaros. Gracias Voluntarias. Gracias Marbella.





Crónica: Horizonte Proyecto Hombre Marbella